Discurso de las Artes Alamedas. El Despertar de un Pueblo o la Porfiada Voluntad de Superar el Peso de la Noche. Por Marcel Claude

 Ese gran poeta que fuera Pablo de Rokha llamado “el maldito” nacido en este suelo, en el que yo también nací como mi padre y mi abuelo, siempre tuvo plena conciencia, de lo que apenas sí nos dejan ser aquellos que se han enseñoreado como dueños de estas tierras:
“nosotros, entre lenguas de perro y lágrimas elementales, no somos sino sólo fantasmas en vigencia…” (Pablo de Rokha)
El Chile de hoy no es sino la continuidad de una larga historia de apropiaciones indebidas que parte con la usurpación de lo que fuera el fruto de la independencia, de ese proyecto emancipador que nos heredaran los libertadores de América.  Pero, como cantara en su tiempo el desaparecido trovador uruguayo, Alfredo Zitarrosa, nuestro pueblo no ha estado ausente ni mucho menos de espaldas a la trágica y amarga historia de América Latina, un continente frustrado en malos amores.  Los modernos Estados que se construyeron como fruto de la Independencia, no sólo estaban inspirados -sin sentido crítico alguno- en un modelo de corte liberal europeo, sino que también, eran profundamente oligárquicos y excluyentes.  Ni los mestizos, ni los negros, ni los mapuches, fueron invitados a esta fiesta ¿Cabe alguna duda hoy acerca del carácter excluyente de lo que ha sido construido? ¿El bajo pueblo, los marginados y subalternos, pueden hoy en este Chile moderno y exitoso sentirse parte de lo que ha sido levantado? ¿Es esta la Nuestra América de José Martí? ¿Sin racismos, sin civilizados europeos y bárbaros indígenas? ¿Aquella que busca sus propios caminos y no reproduce modelos económicos y políticos que al final solo han servido para legitimar la empresa colonizadora del extranjero?
Ya nos lo cantó Viglietti en pretéritos y más nobles tiempo de América: “llevamos ya dos siglos trabajando al sol y no hacemos otra cosa que cambiar patrón” y del recuento mágico y doliente de Eduardo Galeano en las “Venas abiertas de América Latina”, no podemos concluir sino que el famoso éxito del desarrollo chileno no es más que un un patrón de acumulación de riqueza cuya fuente es la explotación del trabajo y la apropiación depredadora de la riqueza acunada en la naturaleza.
Para los que dudan, les quiero citar las palabras proferidas hace ya más de 100 años, en marzo de 1892, por Eduardo Matte Pérez, bisabuelo de Eliodoro Matte Larraín, actual cabeza visible del grupo Matte:
 “Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio”.
Los que hace 100 años eran dueños de Chile, hoy lo siguen siendo.  Estos grupos económicos se apropian de las rentas productivas que se encuentran en la naturaleza y en la fuerza de trabajo.  Las reservas naturales (biomasa de recursos pesqueros, bosques naturales y recursos mineros) se van agotando paulatinamente ante la explotación irracional, cuyo objetivo indiscutible es acrecentar la riqueza concentrada en estos grupos económicos.  Chile es un paradigma por excelencia de esta forma de utilización de los recursos naturales.  Cinco grupos económicos (Luksic, Matte, Angelini, Paulmman y Piñera) concentran una riqueza aproximada de 50 mil millones de dólares, lo que equivale al 20% del Producto Interno Bruto del país.  Sólo 5 familias son dueñas de una quinta parte de la riqueza de Chile.
Desde el desierto calcinante hasta los bosques australes y a través de nuestra larga costa de mar Pacífico, estamos siendo atormentados por la ambición desmedida y el lucro capitalista:
En la minería, el proceso de acumulación se verifica en un promedio anual de 26 mil millones de dólares, como ganancias de las empresas multinacionales que explotan más del 70% del cobre chileno, las que dejan al Estado por concepto de impuestos, un tercio de lo que aporta la minera estatal Codelco.  Durante el año 2011, las ganancias superaron los 35 mil millones de dólares, lo que equivale a 3 veces el presupuesto nacional para la educación, 7 veces el presupuesto de la salud y 12 veces el presupuesto de la vivienda.  Claramente, estas cifras nos permiten hablar de un claro, neto e incuestionable proceso de acumulación y no de un proceso de desarrollo en el que se privilegia la salud, la educación y la vivienda de los chilenos.
En la industria pesquera, las cosas no son muy diferentes, la legislación chilena –mediante escandalosas operaciones de desenfadada corrupción- ha ido entregando paulatinamente la riqueza pesquera a los grupos económicos e industriales.  Hoy en día, las cuotas pesqueras están concentradas en manos de 7 familias.  Esto ha destruido a la pesca artesanal y ha fortalecido el proceso de acumulación de los grandes consorcios pequeros.  De igual forma, el desarrollo de la industria pesquera se ha hecho a costa de la casi total extinción de las principales especies pesqueras, las que se han reducido considerablemente.
La industria forestal, otro de los pilares del proceso de acumulación capitalista se ha desarrollado sobre la base de la extinción de los bosques nativos chilenos, debido al proceso de sustitución de éste por especies exóticas (pino y eucalipto) que ha sido imposible de extirpar de las prácticas forestales, así como de la ocupación de las tierras mapuches que han dado origen a un agudo e interminable conflicto social.  Entre 1985 y 1994, es posible estimar la desaparición de entre 900 mil a 2 millones de hectáreas de bosque nativo como resultado de la expansión de la industria forestal.  Así también, el pueblo mapuche ha perdido, a manos de las empresas forestales, más de 100 mil hectáreas desde 1980.
La educación como un negocio escandaloso y con ribetes delictuales, hoy no es un factor de progreso y alegría de la familia, sino causa de aflicción, endeudamiento y frustración.  Durante el último gobierno de la Concertación, el número de estudiantes endeudados se multiplicó en 28 veces (dos candidatos deberían dar explicaciones por ello: Bachelet y Velasco).  La educación más cara del mundo y con niveles de calidad que limitan con la mediocridad, no es precisamente un logro ni un éxito que haya que festejar.
La salud en Chile, como todas las cosas es otro de los negocios escandalosos en donde los derechos no están asegurados ni consagrados.  El negocio de la salud privada es el tercero más lucrativo, mientras la salud pública que atiende al 70% -los más pobres, las mujeres, los niños, los ancianos, es decir, la gran mayoría vulnerable- debe conformarse con el mismo presupuesto que la salud privada, mientras las grandes mineras multinacionales, se llevan anualmente 7 veces el presupuesto de la salud.
¿Y qué podemos decir de las AFP? ¿Del negocio de los fondos de pensión? De esas administradoras que nos hicieron perder el 60% de los fondos acumulados en el 2008, que cobran comisiones del 15 y 20% fijas y a todo evento, sin riesgo alguno, mientras en el mejor de los casos nos entregan rentabilidades del 4%? ¿Cómo pueden ver en ello un beneficio para los trabajadores que no tienen ninguna autoridad sobre sus fondos? ¿Qué podemos decir de un sistema que desde hace más de 30 años viene haciendo ganancias para las administradoras y pérdidas para los trabajadores y que otorgará pensiones promedios de 150 mil pesos para el 60% de los futuros jubilados?
Como resultado de este modelo, se ha venido verificando un proceso de incremento de la pobreza y de la desigualdad.  No es otra cosa lo que se puede esperar de un modelo que ha limitado severamente los derechos políticos y sociales de los chilenos.  Aún se funciona con el plan laboral heredado de la dictadura militar y, aún está vigente la constitución de 1980, engendrada por una de las mentes más mefistofélicas al servicio de la oligarquía –Jaime Guzmán- y refrendada por uno de los presidentes más deshonestos de la historia política chilena –Ricardo Lagos Escobar.
Ineludiblemente, cualquier proyecto político que busque refundar el impulso emancipador que nos heredara Martí, léase la construcción de un derrotero latinoamericano sustentado en la historia y características de Nuestra América, que incluya a todas las razas y herencias, en tanto proyecto creativo y ajeno a la importación acrítica de modelos políticos y económicos, en Chile, los primeros pasos apuntan a implementar:
Educación Pública Universal, laica y gratuita financiada con el presupuesto del Estado alimentado por los ingresos del cobre y una reforma tributaria que por fin haga que las empresas paguen impuestos.
 
Salud Pública Universal que permita una atención integral para todos, en justicia y dignidad. 
Seguridad Social.  En un proyecto político democrático, los fondos de pensión deben estar supervisados por mecanismos que permitan un eficaz ejercicio de la soberanía popular.  El sistema de AFP debe terminar y ser reemplazado por un sistema público.
Nacionalización del cobre y de todos los recursos naturales: hacia el uso racional de los recursos naturales y del medio ambiente.  La nacionalización del cobre fue todo un acierto para Chile.  Los excedentes, desde 1971 hasta el 2007, para el Estado de Chile fueron de 62.000 millones de dólares.  Esto equivale a más del doble de los ingresos que el Estado ha obtenido por los impuestos que en el mismo período han pagado todas las empresas privadas existentes y que han existido en dicho lapso de 36 años.  Los excedentes en el período 2005-2010 llegaron a 38.000 millones de dólares.  En consecuencia, la renacionalización del cobre y la recuperación de todas las riquezas del país, hoy en manos extranjeras se imponen como una meta de primera urgencia y necesidad.  Pero, los recursos naturales y el medio ambiente, son un capital productivo y un patrimonio irreemplazable para la humanidad.  Esto obliga al desarrollo de políticas de uso ecológicamente inteligente, responsable y racional de esta riqueza.
Reformulación radical de la legislación laboral.  Las relaciones laborales no pueden continuar sobre las bases institucionales heredadas de la dictadura.  Una de las causas del deterioro de las remuneraciones y del crecimiento de la pobreza y la desigualdad, dice relación con la debilidad del movimiento sindical y del escaso poder de los trabajadores.  Es necesario, entonces, reinstalar el derecho a huelga, fortalecer y fomentar las negociaciones colectivas, terminar con el fraccionamiento de la organización sindical.
Nuevo trato a la inversión extranjera.  Actualmente, la inversión extranjera está presente en todos los ámbitos de la economía chilena.  Esto gracias a una institucionalidad (DL 600 y acuerdos de libre comercio) que le da privilegios nunca antes obtenidos.  Es necesario, poner fin a la participación de la inversión extranjera en recursos naturales estratégicos, en los servicios básicos de agua, electricidad, gas y seguridad social.  Una nueva institucionalidad debe sustituir al actual sistema e instalarse una legislación más restrictiva y fiscalizadora, para que los aportes de capital extranjero contribuyan efectivamente al desarrollo del país y no a su empobrecimiento y devastación.
Regulación de la banca.  El sistema financiero constituye un mecanismo de acumulación y apropiación abusiva de ingresos a partir del sistema crediticio, el que se vuelve más usurero mientras mayores son las necesidades de crédito.  De allí que sea necesario una regulación mucho más estricta del sistema financiero y la recuperación del control sobre el sistema financiero que debe tener una sociedad verdaderamente democrática.  No podemos desechar la posibilidad de nacionalizar la banca, si es que ello se convierte en un imperativo para el progreso de Chile.
Refundación del Estado.  Es necesario avanzar hacia una refundación del Estado, en tanto agente e instrumento para inducir un desarrollo democrático y justo.  Esto requiere una profunda reforma tributaria que reduzca el IVA, elimine el uso de los impuestos a las empresas como crédito para sus accionistas y mecanismo de evasión, el aumento significativo (al 35%) del impuesto a las grandes empresas y sobre la base de su aplicación a las utilidades devengadas y no retiradas.  Así también, se requiere un Estado que participe activamente en la economía, invirtiendo y creando empresas públicas estratégicas que contribuyan eficazmente al desarrollo del país.
El Estado debe recuperar las empresas públicas como ENDESA o SOQUIMICH, y los puertos de Chile.  Todo lo que fuera fraudulentamente privatizado.
Legislación antimonopolio y promoción de la democracia económica.  Se requiere entonces crear una institucionalidad económica que penalice fieramente las conductas monopólicas, oligopólicas y los acuerdos de cartel, al mismo tiempo que se promueva un creciente rol de las pequeñas y medianas empresas en el proceso productivo del país.
Nueva Constitución y sistema electoral democrático.  Es sabido el carácter no democrático de la Constitución Política del Estado de 1980 y refrendada por los gobiernos de la Concertación.  Una amplia convocatoria a una Asamblea Constituyente integrada por ciudadanos y representantes de organizaciones locales, regionales, sindicales, estudiantiles –no por parlamentario- para la creación de una nueva Constitución y de un nuevo sistema electoral, dado que el actual sistema binominal permite a una minoría del 30% ocupar el 50% de los escaños, es indispensable para un proyecto democrático y emancipador.
Y tampoco nos podemos olvidar de nuestra vocación latinoamericanista, parafraseando a Zitarrosa: Así no habrá camino que no recorramos juntos, pues tratamos el mismo asunto, orientales y argentinos, ecuatorianos, fueguinos, venezolanos cusqueños, blancos, negros y trigueños porque hemos sido forjados en el trabajo y somos hermanos nacidos del mismo gajo y del árbol de nuestros sueños.
Chile fue el primer país en adoptar el modelo capitalista neoliberal, fue el laboratorio sobre el cual muchas otras naciones fueron conducidas por los caminos de la desigualdad, el abuso y la explotación.  Si cae en Chile el neoliberalismo, será el más duro golpe recibido en todo el orbe.
Para ello, tenemos que ser capaces de construir un proyecto político y un programa de gobierno común.  Entrar en la política porque es nuestro derecho, porque cuando la representación política del pueblo está reñida con la genuina democracia, es menester ejercer la soberanía popular por nuestras propias manos.  De allí que debamos levantar candidaturas en todos los frentes, pero, ungidos con las banderas de la unidad de las organizaciones sociales, sindicales, y estudiantiles. Y con aquellas organizaciones políticas que estén dispuestas a recorrer estos caminos y no ponerse al servicio de la oligarquía.
Yo agradezco a quienes me han proclamado como candidato para representar este proyecto. Acepto sin la menor sombra de duda ese mandato, puesto que es eso, un mandato y no un privilegio, pero también les quiero decir que esta no es la tarea de un hombre, es la tarea de un pueblo.  No seré yo quien vuelva a nacionalizar el cobre.  Ni seré yo quien ponga fin al usurero sistema de las AFP.  Si no hay millones de chilenos dispuestos a movilizarse por ello, todo esfuerzo que haga un presidente aislado en La Moneda, sólo será infructuoso, vano y estéril.
Esto hay que entenderlo bien y muy bien, la oligarquía no se quedará mirando desde sus cómodos sillones el fin de las AFP y de las isapres, ni menos aún la nacionalización de nuestras riquezas naturales.  Desplegarán sus oscuras fuerzas sobre nosotros y arremeterán atropellando de nuevo derechos y dignidades.  Solo un pueblo activo y movilizado será la llave maestra que nos abrirá el mañana y podrá superar el oscuro peso de la noche.
Se los digo con la palabra noble y sabia de nuestra hermana Gabriela Mistral:
“Te espero sin plazo ni tiempo. No temas noche, neblina ni aguacero. Acude con sendero o sin sendero. Llámame a donde tú estés… y marcha recto junto a mí, compañero” 
y Muchas gracias!!!!
 
 Por Marcel Claude, candidato presidencial del pueblo chileno 2013
SIC Noticias.

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